miércoles, 14 de septiembre de 2011

Daño irreparable de La Comay por fotos de decapitado





Daño irreparable de La Comay por fotos de decapitado
Expertos en comunicación y conducta exponen los peligros de “espectacularizar” la noticia del asesinato de Agustín Areizaga Cordero


La imagen difundida por Kobbo Santarrosa provocó una ola de críticas.


El mensaje escrito en letras rojas y mayúsculas no fue suficiente. “Discreción con los niños”, leía el cintillo, pero el tiempo no bastó para siquiera voltear el rostro.

El programa “SuperXclusivo”, que produce Antulio “Kobbo” Santarrosa para Wapa TV, presentó varias veces una fotografía de la cabeza del asesinado contratista mocano Agustín Areizaga Cordero, quien supuestamente fue asesinado la semana pasada por Erick Cordero Barreto y Octavio Salas Cordero.

Posteriormente, el periódico “El Vocero” publicó la foto en su portal cibernético sin darle la oportunidad al usuario de ver o no ver. Tan pronto se accedía al sitio web ahí estaba la imagen, que fue retirada luego ante la presión pública.

El asunto ha levantado gran indignación entre cibernautas, televidentes, lectores, psicólogos y comunicólogos que describen la ventilación de la fotografía como algo tan vil como el cruel asesinato.

“Es morboso, antiético y se está ‘espectacularizando’ una situación importante para nuestra sociedad, que es la criminalidad. Los sucesos que son violentos no tienen ni deben ser transmitidos de forma violenta. Y esa fotografía es violenta, porque atenta contra mi sensibilidad y provoca un daño innecesario”, explicó Milagros Acevedo Cruz, catedrática de la Escuela de Comunicación del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.

La autora del libro “La ética mediática: Muchas preguntas y algunas respuestas” subrayó que “la noticia de lo que le pasó a este individuo es noticia importante, pero la foto no es necesaria porque no aporta nada positivo”.

“No solo hace daño irreparable a la familia, que jamás podrá borrar la imagen de sus mentes, sino que hiere la sensibilidad de cualquier espectador. Produce daño al lector y televidente... Provoca increíbles daños emocionales”, agregó Acevedo Cruz.

En esa línea, reconoció que “es natural que todos los humanos somos morbosos y curiosos, pero hay unos extremos que son muy malos y dañinos”.

Como eco a los comentarios de su colega, la profesora Lourdes Lugo-Ortiz lamentó que “estamos en un momento en que la comercialización de los medios es tan grande que el abuso de ciertas estrategias sensacionales está rayando en la falta de ética”.

“Es muy peligroso, porque se trata de la pornografía de la violencia. El problema que esto trae es que desinforma y desemboca en una falta de sensibilidad, pues el público comienza a ver estos actos como formas obvias de comunicar”, sostuvo la también catedrática de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico.

RESPETO A LA COMUNIDAD

A tales efectos, recordó a los medios y al sector periodístico que “tenemos que proteger los intereses de los ciudadanos y este tipo de contenido le falta el respeto a la comunidad”.

Desde su perspectiva como psicólogo clínico, Santiago Rivera Santos consideró que el dilema “causa daño a nivel de toda la población”. Para él, “muchos lo toman muy tranquilo, pero después explota en sueños y desde el inconsciente”.

A su juicio, los niños y jóvenes expuestos accidentalmente o adrede a dichas imágenes también podrían “tener la connotación de que la violencia en el País es algo normal, que las cosas no van a mejorar y que su entorno no es seguro. Entonces desarrollan dilemas de autoestima y confianza”.

Pero al especialista en conducta humana le preocupa más el hecho de que “esto es un activador para pacientes que ya tienen condiciones mentales, como psicóticos, suicidas y personas que hayan experimentado cualquier trauma de violencia”.

“La gente está superabrumada. Puerto Rico tiende a subir las escalas de pruebas psicológicas que tienen que ver con la paranoia y estos medios contribuyen”, opinó.

En esa dirección, Doris González Torres, trabajadora social clínica, piensa “que ‘La Comay’ respondió a lo que entiende esperan las personas que siguen el programa y apunta a su definición de cómo reacciona el puertorriqueño a los problemas de criminalidad y violencia extrema”.

“Lo triste es que, si cierto es que hay una población afectada, otra ya lo ve como entretenimiento. Eso proyecta una indiferencia y pobre capacidad de ser empático. Es preocupante cuando ese individualismo es colectivo”, expuso González Torres.

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