Edición del 16 de febrero del 2011
Chayanne
(febrero 13, 2011)
Es de todos conocido que Chayanne ha logrado lo que no muchos alcanzan: mantener su vida personal al margen de su carrera, fuera de las portadas de revistas, los programas de televisión, las alfombras rojas… Esa ha sido su decisión desde el mismo principio de su relación con su esposa Marilisa Maronese. De hecho, nunca antes le vimos presentarse o hacer pública alguna conquista.
¿La razón? Sencilla… para él, ese es su tesoro y como tal, lo guarda en una especie de caja fuerte, alejado del ojo público, entrevistas y comentarios malintencionados. Claro, esto no siempre ha sido del agrado de periodistas que andamos en busca de llevarle al lector todos los ángulos de sus artistas favoritos, incluyendo su vida personal.
De hecho, en una columna en este diario, hace varias semanas, dije que los artistas se deben a sus fanáticos y estos tienen derecho a conocer sobre ellos, más allá de los escenarios. Y me sostengo. Pero, al mismo tiempo, hay que tener en cuenta el respeto que merecen aquellos que decidan no hacerlo.
A lo que voy: a lo mejor muchos no recuerdan que en una ocasión Chayanne abrió las puertas de su casa, y dejó entrar el lente de peludencia a su hogar. Allá para 2001, en la casa que habitaba en Buenos Aires, Argentina, un 28 de junio, día de su cumpleaños.
Allá llegamos, en asignación especial, para cubrir la grabación de la telenovela ‘Provócame’. Al concluir las escenas, el artista muy amablemente nos invitó al íntimo ágape que su esposa, hijos y equipo de trabajo cercano le tenían preparado.
Chayanne siempre ha tenido un cuerpo que enloquece a todas. Aquí en una foto de archivo de 2001, durante la grabación de la novela Provócame en Argentina.
Llegamos todos juntos. Tras la puerta, había un pequeño clóset donde, según uno de sus ayudantes, podíamos dejar nuestras carteras y equipo de fotografía. Pero cual no fue nuestra sorpresa cuando el propio Chayanne se vira y le dice a la fotoperiodista Ingrid Torres: “Pero, ¿qué haces?… ¡Trae tu cámara y toma todas las fotos que quieras!”. Las dos nos quedamos frías.
Por un momento pensamos que se trataba de una broma. Y, antes de que se arrepintiera de lo dicho, jose–en un solo movimiento– se armó de su cámara y lentes, todavía temblorosa. Sabía que el permiso otorgado se convertiría en la exclusiva del año. De hecho, ha sido la exclusiva de la vida pues nunca más –hasta el momento– el astro boricua ha otorgado permiso de fotografiar tranquila y abiertamente a su familia.
Más allá de las imágenes captadas por un paparazzo a la entrada o salida de algún restaurante o tienda, nunca ha posado para lente alguno junto a su adorada Marilisa y las luces de sus ojos: Lorenzo e Isadora.
Abriendo sus regalos, frente al bizcocho, soplando las velitas y posando para el lente como si fuera cosa de todos los días. ¡No lo podíamos creer! ¡Cuánto lo disfrutamos! Tanto el ‘shooting’, como la exquisita velada.
Al día de hoy, y siempre, le estaremos agradecidas de este privilegio, de la confianza brindada y de la oportunidad que le dio a su público de conocer lo más preciado de su vida: su familia. Nuestros respetos.
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