jueves, 18 de febrero de 2010

Comienza juicio por el "robo del siglo"



Policías argentinos fueron burlados por ladrones con armas de juguetes que se llevaron un gran botín.






Comienza juicio por el “robo del siglo”
Los ladrones se llevaron ocho millones de dólares


Policías argentinos fueron burlados por ladrones con armas de juguetes que se llevaron un gran botín.
Por: Felipe Giménez / Inter News Service
Buenos Aires - Con cuatro hombres sentados en el banquillo de los acusados dio comienzo ayer la indagatoria por un atraco bancario que se ha denominado “el robo del siglo”.
El asalto sorprendió a los argentinos por sus características cinematográficas al ser sustraídos de 145 cajas de seguridad aproximadamente ocho millones de dólares.
Además, los ladrones se llevaron oro, joyas, relojes y piedras preciosas del banco, ubicado 15 kilómetros al norte del centro de la capital argentina.
Fernando Araujo, Raúl de la Torre, Sebastián García Bolster y Julián Zalloecheverría son los acusados por robo agravado con armas de fuego y toma de rehenes, con penas que oscilan entre tres y diez años de prisión.


En la última jornada, dos policías, el entonces subteniente Gustavo Medina, jefe de calle de la comisaría de Acasusso, y el sargento Marcelo Serrano, que estaba custodiando el banco, dieron los primeros testimonios.
Todo ocurrió el 13 de enero de 2006, cuando cuatro delincuentes ingresaron a la entidad bancaria, dos de ellos por la puerta central, y los otros dos por el acceso de las cocheras.
Los delincuentes aprovecharon un momento de distracción para tomar de rehén al custodio y otras 23 personas.
Se dirigieron a las cajas de seguridad, violentándolas, para comenzar a recaudar un gran botín.
Tomaron millones de dólares, oro y alhajas de costosos brillantes. Luego, obligaron a la jefa operativa de la entidad bancaria a abrir el tesoro del banco.
Cuando la Policía percibió que algo raro sucedía, y que no había señales del guardián bancario, se dio la voz de alarma y comenzaron a arribar agentes de seguridad, así como el grupo especializado Halcón, y rodearon la zona con unos 200 efectivos.
La Policía solicitó a los ladrones que dejaran en libertad a los rehenes. Como respuesta, dejaron salir a un matrimonio español y al policía de custodia, con el arma reglamentaria, pero descargada.
“Fijáte que dejé libre al peor enemigo, al policía –dijo uno de los ladrones al comisario–. Ahora quiero que se vayan los ‘polis’ que están arriba del techo del banco y que venga un fiscal. Después, si querés, dejamos libres a todos los rehenes”, dijo, según un relato en corte.
El contacto se realizaba mediante una comunicación de teléfono móvil. Medina expresó que le llamó la atención que el delincuente respondía con absoluta tranquilidad, cuando lo “normal” sería que se expresara con ferocidad e insultos.
Mientras negociaban, solicitaron, y se les entregaron, pizzas y bebidas para ellos y para los rehenes. Adentro, hasta se festejó el cumpleaños de una abogada rehén.
Tras siete horas de toma del banco y cuando se apreciaba cierto silencio, el grupo Halcón tomó por asalto el inmueble. Allí se encontraron ante un panorama insospechado: estaban todos los rehenes, sanos y salvos. Además hallaron armas de juguete y falsos artefactos explosivos. Los ladrones dejaron una carta que expresaba: “En este barrio de ricos, sin pistolas, ni rencores; es sólo dinero, no amores”.
Horas más tarde se supo que los sujetos huyeron por un boquete que cubrieron con un mueble, trasladándose a través de un túnel de 15 metros construido con anterioridad, que daba a un desagüe pluvial.
En el final del túnel los aguardaba un bote de goma en el cual “navegaron” unos mil metros hasta salir por una de las alcantarillas que daba a la calle, lejos del centro de atención de la Policía y de los cientos de periodistas que cubrían la nota.
En plena calle, los delincuentes ascendieron a una camioneta con la cual se dieron a la fuga. Parecía el robo perfecto.
Claro que horas más tarde, una mujer despechada, esposa de De la Fuente, dio pistas a la Policía, para ir desenredando la madeja que iba a dar con los cuatro prófugos que hoy la justicia argentina investiga, mediante el aporte de centenares de testigos en un caso que parece extraído de un filme de Hollywood.

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