jueves, 19 de febrero de 2009
EL ARTE DE HACER EL AMOR
El arte de hacer el amor
Requiere la unión de cuerpo, mente y espíritu, tal como promueve el antiguo texto Kama Sutra.
La posición de flor de loto, para un encuentro novedoso y tierno.
Por -pelu
El desconocimiento y los tabúes, especialmente de la cultura occidental, pueden ser la causa de que algunos califiquen al Kama Sutra como un simple libro de posiciones sexuales.
Sin embargo, el conocido texto escrito en el siglo III a.C. por el monje indú Mallaga Vatsyayana es mucho más que eso. Y a pesar de su antigüedad continúa siendo una referencia importante en el campo de la sexualidad humana.
El sexólogo José Pando, afirma que ello responde a que, por un lado, la fascinación por el tema sexual jamás pierde vigencia. Por otro, cada vez hay más conciencia de que los fundamentos del Kama Sutra en efecto pueden contribuir a mejorar la calidad de la relación íntima, llevándola, por decirlo de algún modo, a otro nivel.
“La sexualidad plena es un arte, una ciencia”, explica Pando. “Fallamos y estamos todavía atrás si no desarrollamos ese arte de hacer el amor como una experiencia física y sensorial”, apunta el sexólogo.
Lo básico
El amplio contenido del Kama Sutra se divide en siete partes. La más conocida, aunque representa sólo el 20% del texto, abarca las ocho maneras principales de sostener relaciones sexuales. Por cada una de ellas hay ocho posiciones, para un total de 64.
Muchas de las posturas, en particular las que pueden parecer más complicadas, provienen del yoga. La finalidad, tal como en esa milenaria disciplina, es que la pareja logre trascender del encuentro meramente carnal, a una unión física y mental.
Al utilizar el Kama Sutra como referencia, advierte Pando, es importante tener en cuenta que no todos los hombres y mujeres tienen las características físicas y corporales para lograr todas las posturas.
De hecho, Vatsyayana distingue a hombres y mujeres dentro de tres categorías de especies del reino animal cada uno, dependiendo del tamaño y forma de sus genitales.
A los hombres se les clasifica como toro, liebre o caballo, de acuerdo a la extensión de su órgano sexual. A las mujeres, como cierva, elefante o yegua, según la profundidad y amplitud de su vagina o “yoni”.
El Kama Sutra plantea que el acoplamiento entre ambos sexos depende en gran medida de estas características. Mientras más compatibles sean, más “igual” o “alta” será la unión.
Otras consideraciones
Dependiendo de la postura elegida, la pareja puede explorar y variar el contacto físico y visual con sus zonas erógenas.
Cada una tiene su atractivo particular. Por ejemplo, a las mujeres embarazadas o de vientre muy pronunciado pueden parecerles más cómodas aquellas que permiten un contacto indirecto con esta parte del cuerpo.
Por todas estas razones, Pando sugiere experimentar cuáles posturas les resultan más satisfactorias y profundizar en ellas.
El poder de la seducción
En medio de la rutina y el trajín diario la cualidad sublime de la sexualidad puede perderse fácilmente.
El Kama Sutra atiende ese aspecto, enfatizando en la importancia del juego de seducción que se desarrolla antes, durante y después del acto sexual. La premisa es que el pleno deleite involucra aspectos, a veces tan descuidados, como el mencionado acoplamiento entre dos cuerpos, las miradas, caricias y besos.
Nunca es tarde para tratar
En su práctica, Pando ha visto parejas que llevan 15 ó 20 años juntos y nunca han hablado de sus preferencias en la intimidad. Por lo tanto, tampoco han experimentado satisfacción plena en su relación íntima, como se expone en el Kama Sutra. “La mayoría de la gente sigue teniendo sexo como los robots, pero somos mucho más que eso”, sostiene sexólogo.
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