jueves, 19 de marzo de 2009

De la opulencia a las calles de Nueva York









De la opulencia a las duras calles de Nueva York
Antes organizaba fiestas lujosas, hoy ayuda a deambulantes


Lisa Traina, una voluntaria que ayuda a personas sin hogar, antes trabajaba organizando fiestas privadas en el elegante Rainbow Room.
Por Julie Bosman / The New York Times
Nueva York - Hasta noviembre, Lisa Traina tuvo un clásico empleo glamuroso en Nueva York: organizar fiestas privadas en la opulencia Art Deco del Rainbow Room. Ahora tiene turnos de 10 horas recorriendo las duras calles urbanas para tratar de convencer a las personas sin techo de que vayan a la Bowery Mission en busca de comida y refugio.
“Trabajé en la cima del mundo”, dijo ella. “Y al día siguiente te encuentras en Broadway diciéndole a alguien: ‘Déjame que te enseñe un lugar donde te darán un plato de sopa esta noche’ ”.
Tras ser cesanteada, Traina, de 50 años, se unió al creciente ejército de nuevos desempleados que han estado visitando las organizaciones sin fines de lucro desde que la recesión comenzó para ver si pueden prestar algún servicio, quizás conectarse con otras personas o simplemente para tener algo que hacer durante las horas que antes solían estar en la oficina.
Estas personas han buscado tareas en volunteernyc.org -que el mes pasado tuvo un 30% más de visitas que en febrero de 2008- y han forzado a New York Cares, una organización sombrilla, a aumentar el número de sesiones de orientación para nuevos voluntarios en un local del centro de la ciudad, que muy pronto tuvo suficientes participantes para llenar las sesiones pautadas para tres semanas. Sin duda, algo insólito.
relevado de su cargo?




Mentores Potenciales
En Filadelfia, Big Brothers Big Sisters ha visto un incremento de un 25% en solicitudes de información de parte de mentores potenciales, en comparación con el mismo período del año pasado. Y la Taproot Foundation, una organización con sede en San Francisco que ubica profesionales diestros en posiciones de voluntarios, tuvo más personas pidiendo información sobre los programas en un día de este año que en un mes completo del 2008.
Muchos de los que dirigen organizaciones sin fines de lucro se han maravillado del flujo repentino de banqueros, publicistas, agentes de mercadeo, contables y otros profesionales, ansiosos por poner en práctica sus abundantes destrezas, hoy sin utilizar.
The Financial Clinic, que asesora a personas que trabajan pero son considerados pobres, recientemente envió a un graduado del prestigioso Massachusetts Institute of Technology que había trabajado en Wall Street a ayudar a unos vecinos de Chinatown a preparar su planilla de contribuciones.
Pros y contras
“La basura de una persona puede ser el tesoro de otra”, dijo Elizabeht Mitchell, una gerente de mercadeo de la organización sin fines de lucro Learning Leaders.
Pero otros se quejaron de que el actual enamoramiento con el voluntariado, estimulado por el llamado nacional del pesidente Obama al servicio público, podría tener sus pros y sus contras. Las organizaciones más pequeñas, con un personal de menos de 20 y sin coordinador de voluntarios a tiempo completo, han tenido que esforzarse para absorber a los nuevos voluntarios. Lo que dificulta aún más este proceso es que muchas habían tenido que reducir el número de proyectos, debido a que recibían menos donativos y fondos gubernamentales.
“¿Puede uno decirles que dejen de llamar?”, dijo en tono de queja un ejecutivo de una organización sin fines de lucro, quien habló bajo condición de anonimato. “Todo el mundo está inspirado por Obama”, dijo él, añadiendo: “Y están desempleados”.
Lindsay Firestone, quien dirige proyectos gratuitamente para Taproot, dijo que la organización había reducido este año el reclutamiento después de atraer a más voluntarios de los que necesitaba. “Esto es como una tragedia griega”, dijo. “Estamos entusiasmados de tener a todos estos voluntarios. Pero ahora las organizaciones no pueden aprovecharse de ello por no disponer de fondos adecuados”.
Lista de espera
Bertina Ceccarelli, vicepresidenta de United Way, en Nueva York -que trabaja en conjunto con la oficina del Alcalde para dirigir el servicio de pareo volunteernyc.org-, dijo que las oportunidades son similares a las que hubo después del 11 de septiembre -excepto que los voluntarios nuevos disponen de más tiempo.
“La ironía es que a veces es casi más trabajoso encontrar algo que pueda hacer un voluntario que simplemente decirles que se vayan”, añadió. Pero eso no ha disminuido el entusiasmo de los voluntarios.
God’s Love We Deliver, que provee comida a enfermos graves en sus hogares, ha visto una cifra récord de recién cesanteados entre sus 1,400 voluntarios, según Karen Pearl, quien dirige la organización.
Entre ellos está Eryka Teisch, quien perdió su empleo en septiembre. God’s Love le pidió inicialmente que trabajara dos horas a la semana.
“Me reí”, dijo Teisch, de 39 años. “Sólo dije: ‘Es fantástico, pero yo quisiera añadirle un cero a este número’ ”.
Indicó que la experiencia -trabaja en la cocina, la oficina, donde sea necesario- ha sido una terapia. Y agradece la oportunidad de conectarse con sus compañeros voluntarios desempleados.
“Uno trata de no enfocarse en el aspecto negativo, decir, por ejemplo: ‘Odio mi compañía y no puedo creer lo que me han hecho’ ”, dijo Teisch. “Por lo menos nosotros tenemos algo que nos mueve a levantarnos por la mañana, en vez de enfocarnos únicamente en tratar de conseguir otro empleo en esta economía tan difícil”. Pero el voluntario típico sigue buscando empleo. Teisch ciertamente lo está haciendo “agresivamente”, según dijo.

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