lunes, 13 de agosto de 2012
Así es Fidel
Quizás Fidel no se haya percatado, pero cada vez que me encuentro frente a él me he sentido como que he tenido que pararme para defenderlo ante cualquier cosa que le quieran hacer. Cada vez que me encuentro con Fidel me pongo nerviosa.
Nunca te separes de Fidel
Efigenio Ameijeiras Delgado General de División
"Hijo, nunca te separes de Fidel, recuerda bien lo que te digo, trata de estar siempre a su lado, a ese hombre no le va a pasar nada. Hazme caso, yo lo hago por tu bien, trata de salir siempre por donde él lo haga. Tú verás que también vas a tener suerte". Me sonrío por la forma en que me habla mi mamá.
En un altar
Rosa Báez Dueñas Doctora cubana, médico de la familia
A raíz de comenzar a implantarse el Médico de la Familia, le comenté a Fidel cómo me había impresionado lo que encontré al llegar a casa de un anciano de más de 70 años que vive solo y está jubilado, se llama Octavio Padilla, y tenía en una esquinita de su sala un altar con varios pisos y santos, en lo último de ese altar, allá arriba, después de Santa Bárbara, la Virgen de la Caridad, San Lázaro y otros, había una foto del Comandante con una vela y un tabaco encendido. Fidel se quedó serio, no habló y miró a lo lejos. Yo me dije: ¿Qué habré hecho? Reinó un silencio y, de momento, mirándome, expresó: "Trabajen, que algún día ese pueblo también los pondrá a ustedes en un altar".
Este uniforme y estas barbas significan la rebeldía de la Sierra Maestra
Luis M. Buch Revolucionario cubano
En la madrugada del 16 de febrero de 1959 (ese día Fidel toma posesión como Primer Ministro del gobierno) llamó por teléfono y me citó para el hotel Habana Hilton (Habana Libre) y me preguntó: "¿Tengo que quitarme el uniforme?".
Le contesté: "Bueno, Fidel, no sé; pero fíjate en las opiniones que priman en América sobre los militares como jefes de gobierno". A lo que replicó: "¡Ah, no, no, este uniforme y estas barbas significan la rebeldía de la Sierra Maestra y de nuestra Revolución, y no me las quito de ningún modo. Búsquense otro Primer Ministro!".
¡Hijo, es el único que tengo!
John Cabañas Empresario norteamericano-cubano
La primera vez que vi a Fidel Castro fue el 2 de diciembre de 1955 cuando visitó mi casa en Cayo Hueso, Estados Unidos, donde fue recibido por mi padre Julio Cabañas Jr., mi madre Emilia Carbó y mi hermana mayor Josefina. Yo era muy pequeño. Él recorría distintas ciudades norteamericanas buscando apoyo en su lucha por liberar a Cuba. Me llamó la atención que Fidel llevaba puesto un traje de lana gruesa. Le toqué el pantalón a la vez que le pregunté por qué usaba esa ropa con el calor que hacía. Mi padre me regañó. Me dio un cocotazo, y Fidel le dijo a mi padre: "Julio, no le dé", y dirigiéndose a mí, me contestó: "¡Hijo, es el único que tengo!".
Tiene que cuidarse
Juan Escalona Reguera General de Brigada (r)
En una ocasión Fidel me mandó a Angola a hablar con Leopoldo Cintra Frías (Polo) y me pidió que le trasmitiera el siguiente mensaje: "Dile que si ganar la guerra en Angola significa perderlo a él, no vale la pena ganarla. Que se deje de locuras, que se deje de estar en la primera línea, que tiene que cuidarse".
Hombre muy agradecido
Max Lesnik Periodista cubano radicado en Estados Unidos
Fidel es un hombre muy agradecido. Nunca olvida a quien le ha hecho un favor. Ramón Vasconcelos, a pesar de ser ministro de Comunicaciones del régimen de Batista, era el propietario y director de Alerta, que fue el único periódico que publicó la entrevista en que Fidel anuncia en México: "Si salgo, llego; si llego, entro y si entro, triunfo". En el vocabulario de Fidel no existe la palabra ingratitud. El gesto que tuvo con Vasconcelos, cuando vino a morir a su tierra, lo ha tenido con muchos otros, esto forma parte de los detalles humanos que componen su grandeza.
Dinero limpio para tener a Cuba Libre
Guido García Inclán Periodista cubano
Tuve la oportunidad de participar junto a Fidel en la constitución de los clubes 26 de Julio en el exterior. Siempre planteó que él quería dinero limpio para hacer una verdadera Revolución. Y cumplió su palabra. Ese dinero nadie lo podía tocar. Ni loco. Nunca se me olvidarán las necesidades que pasábamos, y en especial Fidel, que a pesar de tener un bolsillo lleno de dinero, el otro lo tenía completamente vacío, y era incapaz de coger ni un centavo que estuviera destinado a la causa revolucionaria. Hasta en eso es igual a Martí.
Un canto a la vida
Ana Fidelia Quirot Deportista cubana de atletismo
El día 22 de enero de 1993, sufrí varias quemaduras producto de un accidente doméstico. Estaba ingresada en el hospital Hermanos Ameijeiras. En horas de la noche sentí que alguien caminaba con pasos muy firmes hasta la habitación donde me encontraba; de momento siento una voz muy conocida, que me preguntaba: ¿cómo te sientes? Giré la cabeza hacia el lado izquierdo, y vi a una persona de estatura bien alta y vestida de verde olivo, pero sobre su uniforme llevaba una bata verde, de las que usan los médicos para entrar a los salones. Sabía que lo conocía, pero no estaba segura, hasta que descubro que era nuestro querido e invencible Comandante en Jefe. Él estaba muy preocupado por mi estado de salud. No me abandonó en ningún momento. Cuando lo vi fue como experimentar un canto a la vida.
Mis ideas, mis principios, jamás cambiarán
Recuerdos del autor
Mayo 6 de 1995. En la embajada de Bolivia se celebraba una recepción a la que asistió Fidel. Se acababan de firmar los acuerdos migratorios entre Cuba y EE.UU. Los periodistas lo abordaron. Una boliviana se interesó en conocer si él cambiaría su posición política. Fidel le contestó: "Mis ideas, mis principios jamás cambiarán. Me acompañarán hasta la muerte".
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