lunes, 1 de agosto de 2011

Los sepultureros del imperio

Los sepultureros del imperio



Si su propósito es desacreditar la política exterior de Estados Unidos y resucitar los conceptos más retrógrados de la Guerra Fría, lleana Ros-Lehtinen y sus colegas del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes norteamericana realizan un trabajo de excelencia.

Aparentemente afectados por la ola de calor tropical que subió en los últimos días desde el Caribe hasta Canadá, el clan ultraderechista que controla el tema de la política extranjera en la Cámara Baja del Capitolio ha generado un número sin duda récord de resoluciones groseramente imperialistas inspiradas por el desprecio e incluso el odio hacia todo lo que no se arrodilla ante el poder imperial.

Empezando por Cuba, Ros-Lehtinen y su brazo derecho Connie Mack, han votado sucesivamente a favor de secuestrar el derecho de los cubano-americanos a viajar a su país de origen, bajo el modelo de la era Bush, y de derogar los arreglos consentidos por Barack Obama, que permiten a un cierto número de norteamericanos visitar Cuba, bajo ciertas condiciones.

En su delirio, Ros-Lehtinen fustigó incluso a los cubanoestadounidenses que visiten a su familia y quiso prohibir a los aeropuertos de EE.UU. la salida de vuelos hacia Cuba, además de amenazar a los funcionarios para que detengan la expedición de las escasas licencias de viaje que permite la ley.

EN AMÉRICA LATINA QUIEREN CASTIGAR HASTA A LA OEA

Con América Latina, ahora ubicada a las puertas del infierno por este clan que se crio en Miami, se votó a favor de cortar toda ayuda norteamericana a Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela, salvo en el caso de la USAID y demás agencias de penetración cuyas tareas de Inteligencia son imprescindibles.

Sin embargo, la tropa de Ros-Lehtinen se pronunció en contra del financiamiento de USAID a los países que "no votan con los Estados Unidos en la ONU".

El núcleo de la también llamada Bruja del Capitolio votó para poner fin a la financiación de este apéndice del Departamento de Estado llamado Organización de Estados Americanos (OEA).

Como si la política estadounidense hacia Oriente Medio no fuera ya lo suficientemente despreciable con las múltiples agresiones a Iraq, Afganistán y Libia, así como las amenazas a diario contra Irán, Siria y Yemen, Ros-Lehtinen y su clan reclaman ahora una verdadera brocheta de condiciones a la asistencia estadounidense, mientras apoyan con una firmeza culpable la tradicional asignación de ayuda militar y de préstamos multimillonarios a Israel, el país que dispone del mayor número de lobbyistas en los círculos del poder de Washington.

Hasta la polvorosa propuesta de trasladar la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén se ha reanimado, mientras se prohíbe, evidentemente para complacer a la nación sionista, la ayuda a Egipto y Yemen con la sospecha de que se encuentran bajo el control de una "organización terrorista extranjera".

En cuanto al Líbano y a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ambos son considerados parte de las redes Hezbolá y Hamás y deben ser excluidos de la repartición de las bondades imperiales.

Paquistán es por supuesto chantajeado con toda la sutileza a la cual Washington ha acostumbrado a su clientela de beneficiados: la secretaria de Estado tiene que asegurar el Congreso que Islamabad coopera servilmente con las controvertidas operaciones "antiterroristas" de Estados Unidos.

"ESTAMOS AL BORDE DEL PRECIPICIO"

"Estamos al borde del precipicio de salir de este planeta", señaló el representante Gary Ackerman, al sacar el balance de los delirios de sus colegas.

La desesperación de Ros-Lehtinen, Mack y demás oficiantes de este ceremonial incomprensible para quien no anda por los pasillos del Capitolio y no es familiarizado con su fauna, es puro fruto de la ideología cercana al fascismo de la extrema derecha del Sur de la Florida.

Las declaraciones abiertamente golpistas del exsubsecretario de Estado para América Latina, Roger Noriega, hacia Venezuela, viene a completar el retrato de la emergencia en Washington de un círculo de fanáticos que pretenden tomar el control, ahora o con las próximas presidenciales, de la política exterior de un imperio en pleno declive.

Noriega se encargó ahora de llamar a los opositores venezolanos, ya pagados por los órganos de subversión y desestabilización, a "prepararse" para sacar provecho del estado de salud del Presidente Hugo Chávez, y robarse el poder con un nuevo intento de golpe de Estado.

Tanto en Washington como en Miami, el espíritu golpista que lleva a proponer medidas extremas es producto de un mismo pensamiento, el de conquistar el poder a fuerza de mentira y de engaño.

Un pensamiento que, al final, pudiera ser el de los sepultureros de un imperio profundamente enfermo.

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