lunes, 15 de febrero de 2010
Millonario pasatiempo al volante
Millonario pasatiempo al volante
Detrás de los autos antiguos, se mueve una sofisticada industria que abarca desde puros aficionados hasta especialistas en la materia. Vídeo
Luis Rivera le saca brillo a su guagua Volkswagen Kombi del 1967, una que compró hace unos cinco años y cuyo precio se multiplicó por 10.
Por Joanisabel González / joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com
Todos los años, en el mes de febrero, Olga Redondo y José Vázquez, Jr. acuden a las inmediaciones del estadio Hiram Bithorn. Ayer, pese a la celebración de Cupido, no fue la excepción.
La pareja, con 34 años de casados, viajó temprano desde Ponce para participar de la Gran Feria de Autos Antiguos y apreciar allí las máquinas que, desde siempre, han sido la pasión de don José.
Doña Olga indicó que acude a la feria porque acompaña a su esposo “dondequiera”.
Sin embargo, al preguntarle acerca del momento en que don José le manifestó su amor, doña Olga dijo al instante que el suceso que transformó su vida fue a bordo de un Buick de 1979. “Todavía lo conservamos”, agregó sonriente.
“Mucha gente llega a esto por recuerdos, porque les gustan los automóviles o porque buscan un auto en particular”, manifestó, por su parte, Melvin Ramos Biaggi, uno de los organizadores de la feria, que se llevó a cabo este fin de semana y a la que asistieron más de 45,000 personas.
Pasión en auge
Más allá de la afición particular por los vehículos antiguos, Ramos Biaggi admitió que se trata de una actividad millonaria, sofisticada y de mucho auge en la Isla.
“Es toda una industria. Aquí hay carros de todo tipo y marcas. Estamos hablando de algunos con mucho valor. Aquí hay autos de $250,000 y mucho más”, dijo el empresario vinculado al sector de seguros y quien posee un Cadillac V12 de 1931, cuatro puertas y convertible. La unidad en cuestión, que en el año de lanzamiento costó cerca de $6,500, al presente tiene un valor aproximado de $650,000.
Este año, la feria acomodó 2,000 vehículos, fabricados entre los años 1920 y 1980. Entre estos había automóviles, camionetas, motocicletas, ambulancias y hasta transportes militares. En conjunto, los vehículos exhibidos tienen un valor aproximado de $60 millones.
Otras 1,500 unidades no pudieron entrar a la exhibición, simplemente por motivos de espacio.
La feria, que Ramos Biaggi coordina junto a otro coleccionista destacado, José Scalley, se ha convertido en el evento de mayor reconocimiento en su clase a nivel de la Isla y el Caribe. Pero al mismo tiempo, se trata de una ocasión de negocios.
El coleccionista explicó que a nivel transaccional, entre publicidad, venta de piezas, bebidas y comidas, se mueve más de $1 millón en un solo día de feria.
Asimismo, y pese a que en la Isla la venta de autos nuevos refleja bajas históricas, en la subasta de carros antiguos se vendieron casi 40 unidades, para un monto aproximado de $600,000.
Obras de arte
Ramos Biaggi ofreció sus expresiones a El Nuevo Día en medio de un mar de autos Ford, MG, Toyota, Jeep, Porsche, Volkswagen, Corvette y Mustang, entre otras marcas y modelos.
A diferencia de eventos especializados, en esta feria no se otorgan puntuaciones o premios. Empero, los vehículos exhibidos estaban relucientes e impecables, tanto que se reflejaban en las puertas, ventanillas y hasta en los tapabocinas de las unidades vecinas.
“Esto es como una pintura. Todo depende del modelo, del año. Si se trata de un número limitado y de que no haya alteraciones significativas”, señaló el coleccionista mientras explicaba que estas piezas también son objeto de evaluaciones exhaustivas para establecer su valor.
El paisaje de máquinas rojas, blancas, negras, verdes, amarillas y azul celeste, con parachoques y retrovisores plateados y nítidos neumáticos blancos y negros, sirve de fondo a las pláticas de coleccionistas y curiosos, todos diversos, pero iguales a la hora de hablar de automóviles.
Al alcance de muchos
“Esto no es un deporte para ricos”, indicó Ramos Biaggi, al señalar que se trata de un pasatiempo que comparten diversidad de personas.
En esta ocasión, la feria incluyó piezas de la colección de transportes militares del alcalde capitalino Jorge Santini, otras del presidente senatorial Thomas Rivera Schatz y del alcalde guaynabeño, Héctor O'Neill.
“En la subasta (el sábado), O'Neill se compró una cacharra. Dijo que la traerá restaurada en dos años y eso lo hace él mismo”, señaló el coleccionista en referencia al ejecutivo municipal, quien cursó hojalatería y mecánica automotriz a nivel de escuela superior.
“Ese carro lo vi por primera vez cuando tenía 9 años y me dije que ese carro sería mío”, relató, por su parte, Mike Nolla, un consultor especializado en bienes raíces comerciales.
Hace 27 años, Nolla pudo encontrar el ansiado automóvil británico que vio de niño: un MG Roadster de 1951. Tardó tres años en restaurarlo a su condición original. Hace cinco años volvió a restaurarlo.
“Es por satisfacción”, dijo Nolla, rehusando revelar el valor de la pieza. “Mientras otros se gastan $300 un fin de semana para jugar golf, yo gasto mi tiempo en este hobby”, agregó el consultor mientras indicaba que en ocasiones conduce su vehículo por las vías públicas.
Una búsqueda rápida en la internet arrojó que modelos similares al de Nolla aparecen tasados hasta en $65,000.
El consultor explicó que en principio las restauraciones requieren dinero, pero al concluirse el trabajo se trata de mantenerlo y ello no requiere grandes recursos.
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