miércoles, 3 de febrero de 2010

El deficit debvora a EE.UU.





El déficit devora a EE.UU.
Su gravedad amenaza con trastocar la política local y minar el poderío del país

Por peludencia.blogspot.com
WASHINGTON - En un presupuesto federal con estadísticas abrumadoras, dos cifras se destacan como particularmente impresionantes por la manera como ellas podrían cambiar la política en Estados Unidos y el poder estadounidense en el mundo.
La primera de ellas es el déficit proyectado en el próximo año, cerca del 8.3% de toda la producción económica de la nación. Esto es algo que tiene precedentes: durante la Guerra Civil, la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos atravesó por elevados déficits, pero, usualmente, con la esperanza de que bajarían tan pronto se restableciera la paz y los gastos de guerra disminuyeran.
Pero la segunda cifra, enterrada profundamente en las proyecciones del déficit, es la que realmente llama poderosamente la atención: según las proyecciones optimistas del propio presidente Obama, los déficits estadounidenses no regresarán a los niveles que son considerados ampliamente sostenibles durante los 10 años próximos.
De hecho, en 2019 y 2020 -años después de que Obama habrá abandonado el escenario político, aun cuando sirva durante dos términos- ellos empezarán a subir considerablemente de nuevo, a más del 5% del producto interno bruto. Su presupuesto pinta un cuadro de una nación que, igual que muchos dueños de casas estadounidenses, simplemente, no puede mantenerse a flote.
Para Obama y sus sucesores, el efecto de dichas proyecciones es claro: a menos que un crecimiento milagroso, o compromisos políticos milagrosos creen algún cambio no previsto durante la próxima década, no existe virtualmente espacio para nuevas iniciativas nacionales para Obama o para sus sucesores. Más allá de esto está la posibilidad de que Estados Unidos pueda empezar a sufrir la misma enfermedad que ha afligido a Japón durante la última década. Cuando la deuda fue creciendo más rápidamente que el ingreso, la influencia de dicha nación en el mundo se erosionó.
Pregunta crucial
O, como el principal asesor económico de Obama, Lawrence H. Summers, solía preguntar antes de ingresar al gobierno: “¿Por cuánto tiempo el prestatario más grande del mundo seguirá siendo la potencia más grande del orbe?”.
El liderato chino, que está prestando gran parte del dinero para financiar los gastos del gobierno estadounidense, y el cuál lanzó mordaces interrogantes sobre el presupuesto de Obama cuando algunos de sus miembros visitaron Washington el verano pasado, dice que ellos piensan que la respuesta a largo plazo a la pregunta de Summers es evidente por sí misma. Los europeos le dirán también a usted que esta es una gran preocupación acerca de la próxima década.
El propio Obama insinuó su propia preocupación cuando anunció a principios de diciembre que había planificado enviar 30,000 efectivos estadounidenses a Afganistán, pero insistió en que Estados Unidos no podía darse el lujo de decir por cuánto tiempo.
“Nuestra prosperidad es el cimiento de nuestro poder”, les dijo a los cadetes en West Point. “Paga por nuestras fuerzas armadas. Asegura nuestra diplomacia. Refuerza el potencial de nuestro pueblo y permite hacer inversiones en nuevas industrias”.
Y luego explicó por qué incluso una “guerra de necesidad”, como él llamó a la de Afganistán el verano pasado, podría no durar mucho.
“Es por esto que el compromiso de nuestras tropas en Afganistán no puede ser indefinido”, dijo él en aquel entonces, “porque la nación en la que más interesado estoy en levantar es nuestra propia nación”.
El presupuesto de Obama merece reconocimiento por su franqueza. No endulza, por lo menos no excesivamente, la magnitud potencial del problema. El presidente George W. Bush siguió afirmando, hasta cerca del final de su mandato, que él dejaría la presidencia con un presupuesto balanceado. Jamás se acercó a ello; de hecho, los déficits subieron en sus últimos años.
Parece que Obama ha publicado las cifras de 10 años, en parte para dejar establecido que el atasco político de los últimos años, en el que la mayoría de los republicanos se han negado a hablar sobre aumentos contributivos y los demócratas se han negado a hablar sobre los programas de beneficios garantizados, es insostenible.
Su receta es que el problema tiene que empeorar, con intensos gastos deficitarios para bajar la tasa de desempleo, antes de que los déficits puedan bajar.
Summers, en una entrevista dijo: “El presupuesto reconoce los imperativos de la creación de empleos y el crecimiento a corto plazo, y toma medidas significativas para aumentar la confianza a un plazo intermedio”.
Vital la unión
Él se estaba refiriendo a la congelación en los gastos nacionales no relacionados con la seguridad nacional, el atribulado esfuerzo para reducir los gastos de salud, y la decisión de dejar expirar los recortes contributivos de la era Bush para las corporaciones y las familias que ganan más de $250,000.
Pero Summers dijo que “a través del presupuesto y la comisión fiscal, el presidente ha tratado de proveer el máximo espacio para hacer los ajustes adicionales necesarios antes de que llegue cualquier clase de crisis”.
Sin embargo, convertir este pensamiento en acción política ha demostrado ser cada vez más difícil para la clase dirigente gubernamental de Washington.

No hay comentarios:

Publicar un comentario