lunes, 11 de enero de 2010

Infierno para inmigrantes sin papaeles en EE.UU.

Infierno para inmigrantes sin papeles en EE.UU.
Informes revelan que agencia federal los maltrata y luego funcionarios lo encubren

Por peludencia.blogspot.com
NUEVA YORK - El silencio siempre ha rodeado a los hombres y mujeres que mueren en las cárceles de inmigración de Estados Unidos. Por años, ni se les contó ni se dio a conocer sus identidades en los récords públicos.
Incluso en el 2008, cuando The New York Times obtuvo y publicó una lista del gobierno federal sobre dichas muertes, pocos detalles estaban disponibles acerca de quiénes eran estas personas y cómo habían muerto.
Pero tras bastidores, resulta claro ahora, las muertes habían generado miles de páginas de documentos gubernamentales, incluyendo mordaces reportes investigativos que fueron mantenidos en secreto y un rastro de memorandos confidenciales y mensajes de BlackBerry que muestran cómo funcionarios trabajaron para obstaculizar pesquisas externas sobre los sucesos.
Los documentos obtenidos en meses recientes por The New York Times y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) bajo la Ley de Libertad de Información, se refieren a la mayoría de las muertes de 107 inmigrantes indocumentados que fueron contabilizadas por la agencia federal de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) desde octubre de 2003.


La administración del presidente Barack Obama se ha comprometido a reformar el sistema de detención de inmigrantes indocumentados, una red irregular de cárceles privadas, federales y municipales, en las que el gobierno retiene a los detenidos mientras gestiona su deportación.
Y en la medida en que la administración intenta aumentar la supervisión de la ICE, los documentos muestran cómo funcionarios, algunos de los cuales todavía ocupan puestos claves, usaron sus roles como supervisores para ocultar evidencia de maltratos, desviar el escrutinio de la prensa y preparar declaraciones exculpatorias luego de que recopilaran datos que apuntaban a abuso de los detenidos.
En el 2007, por ejemplo, un portavoz de ICE dijo a The New York Times que no había podido averiguar nada de fuentes oficiales sobre el caso de un hombre que moría de lesiones en la cabeza en una cárcel de inmigración en Nueva Jersey. Los documentos muestran, sin embargo, que el portavoz le había advertido a esas mismas fuentes de las preguntas del reportero y tuvieron una larga discusión sobre la posibilidad de enviar el hombre a África para evitar publicidad embarazosa.
En otro caso el mismo año, investigadores de la Oficina de Responsabilidad Profesional de la ICE concluyeron que un insoportable dolor por el que no se le dio tratamiento fue un factor significante en el suicidio de un detenido de 22 años en la cárcel del Condado de Bergen en Nueva Jersey.
La investigación determinó que personal de la cárcel había falsificado los récords para hacer ver que al detenido, un salvadoreño llamado Nery Romero, se le había dado Motrin. Pero fue muy fácil detectar el engaño: Romero ya estaba muerto cuando supuestamente se le dio el medicamento.
Dichos hallazgos nunca le fueron revelados al público ni al los familiares de Romero en Long Island, Nueva York, quienes acusaron a los funcionarios de la cárcel de haberle retirado abruptamente el analgésico recetado para el dolor en una pierna rota.
En febrero de 2007, el portavoz del ICE para la zona del Noreste de Estados Unidos, Michael Gilhooly, dijo a un reportero de The New York Times que no podía dar información sobre un africano que había sufrido una fractura craneal en el Elizabeth Detention Center, una cárcel privada en Nueva Jersey, si no le proveía el nombre completo y el número de registro del hombre.
Pero, según los récords, ya había enviado un informe a los administradores de la agencia advirtiendo sobre el interés del reportero y compartiendo información sobre la condición del detenido, un guineano identificado como Boubacar Bah.
Bah, de 52 años, fue mantenido aislado y sin tratamiento durante 13 horas, antes de que se llamara una ambulancia.
Mientras Bah estaba en coma luego de que se le practicara una cirugía cerebral de emergencia, diez altos funcionarios de ICE en Washington y Newark conferenciaron por teléfono y correo electrónico sobre cómo evitar el costo de su tratamiento y la posiblidad de “mayor escrutinio y/o exposición en los medios”, de acuerdo a un memorando en el que se resumía la discusión.
Una de las opciones que discutieron fue enviar el moribundo hombre a Guinea, a pesar de un mensaje de correo electrónico del agente supervisor de deportaciones, quien escribió: “No autorizo el traslado en su estado actual, debido a que tiene un catéter”.
Bah murió pocos días después, mientras se tramitaba entregarlo a familiares.
El día después de la muerte de Bah en mayo de 2007, Scott Weber, director de la oficina de Nueva Jersey de ICE, recomendó el inusual trámite de pagar para enviar el cuerpo del hombre a Guinea, para que fuera sepultado alla y evitar que la viuda viniera a Estados Unidos al funeral y atrajera cobertura de la prensa.
Weber escribió que el caso había sido manejado “de manera adecuada”, pero que no quería alertar la prensa.

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