lunes, 22 de junio de 2009
Tiburones blancos , asesino en serie de las profundidades
Tiburones blancos, asesinos en serie de las profundidades
No atacan al azar, sino que buscan a víctimas específicas mientras merodean escondidos, revela estudio
WASHINGTON - Los grandes tiburones blancos tienen varias cosas en común con los asesinos en serie: No atacan al azar, sino que buscan a víctimas específicas mientras merodean escondidos, señala un nuevo estudio.
Los tiburones esperan y observan desde un punto no muy lejano y no muy próximo, cazan de forma estratégica, y además aprenden técnicas de intentos previos, explica un estudio publicado hoy en la Revista de Zoología (Journal of Zoology, en inglés). Los investigadores usaron un método de clasificación para descubrir a asesinos en serie con el objetivo de identificar como caza el depredador, algo muy difícil de observar fuera de la superficie.
“Hay algo de estrategia”, explicó el coautor del estudio, Neil Hammerschlag, un investigador de tiburones de la Universidad de Miami que observó 340 ataques a focas por parte de tiburones blancos en una isla de Sudáfrica. “Es algo más que simplemente tiburones merodeando en el agua, esperando ir detrás de una presa”.
Los tiburones en Seal Island podrían haber esperado desde la zona donde se congregan las focas si simplemente fueran cazadores azarosos, dijo el científico. Pero no lo son.
Los depredadores atacaban desde una base común de operaciones, a unos 310 metros de sus víctimas, suficientemente cerca para verlas pero no demasiado para asustarlas. Atacaban cuando la luz tenía menos intensidad. Les gustaban las focas jóvenes y solas. Intentaban atacar cuando no había otros tiburones cerca para evitar la competición. Aprendían técnicas de cacerías previas y atacaba desde abajo, sin ser vistos.
Sin embargo existe una gran diferencia entre tiburones y asesinos en serie: la razón del asesinato. Los tiburones blancos atacan para alimentarse y sobrevivir.
“Ambos tienen el mismo objetivo, que es encontrar una meta o presa o víctima”, indicó el coautor del estudio, Kim Rossmo, un profesor de justicia criminal en la Universidad estatal de Texas-San Marcos. “Tienen que merodear. Tienen que ser eficaces en su búsqueda”.
Martin y Hammerschlag examinaron a tiburones desde la salida a la puesta del sol y aplicaron el mismo método de clasificación criminal, generando un argumento que demostrase que existía el acecho, explicó Hammerschlag. Los tiburones más experimentados cazaban más y eran más furtivos que los jóvenes, lo que demostraba que había aprendizaje, añadió.
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