martes, 30 de junio de 2009

Sexualidad madura











¿Sexo para toda la vida?
Modelos que explican cómo puedes caminar hacia una relación plena

Por peludencia.blogspot.com
Hay un tremendo desafío en el siglo XXI. Y éste consiste en la humanización del amor, llamado amor sexual maduro. El desafío no sólo consiste en mantenerse atraído con el cuerpo del otro durante años, sino disfrutar del sexo con el otro durante toda la vida.
Antiguamente las parejas no se planteaban este desafío. Las mujeres no tenían acceso a una buena sexualidad y la estructura machista permitía que el hombre tuviera una sexualidad paralela con alguna cortesana o amante donde de alguna manera vaciaba su excitación sexual.
Esto cambia cuando la mujer se integra a la sociedad, exige sus derechos, y empieza además a tomarse conciencia de la sexualidad en el desarrollo mental. Es sólo a fines del siglo XX que empieza a construirse la relación de pareja en que, además de la sexualidad de calidad, se busca tener una calidad en el vínculo, lo que nos lleva al terrible dilema que podríamos llamar la monogamia única para toda la vida.
No hay recetas, porque además la sexualidad es una vivencia tremendamente privada y cualquier receta que dé puede ser extemporánea. Como es una vivencia personalizada requiere elaboraciones y pensamientos propios, y no me refiero a algo racional, sino a una aproximación afectiva, intelectual, emocional, personal y con la pareja.


Sabemos que la condición biológica que nos ofrece la excitación sexual es una vía para resolver una serie de angustias que tenemos los seres humanos por el solo hecho de existir. Hay varios términos para hablar de este mecanismo, pero el que uso se llama herida narcisista. Se trata de una herida, una falta, que sentimos por no ser completos.
En la vida tratamos de suplir estas heridas narcisistas con diferentes cosas: el trabajo, el arte, el afecto, el sexo. ¿Cómo lo hacemos? El sexo nos permite mitigar los sentimientos de omnipotencia, idealización, grandiosidad, que tenemos los seres humanos y que hemos ido construyendo desde la infancia hasta la adultez.
Pero ésta primariamente es una solución sexual primitiva que requiere de un trabajo para llevarla hacia una sexualidad madura. Porque mientras más primitiva sea la solución, más perversa es la sexualidad. Mientras más madura sea la solución, más normal es la sexualidad.
Nuestra sexualidad puede ir desde el polo de lo primitivo hacia el polo de lo más maduro, y éste es un tremendo reto. Podemos vivir en el infierno de la perversión - si es que hemos tenido una historia compleja- o de lo adictivo, en que podemos tener un deseo erótico de calidad - es decir, ser buenos para hacer el amor- , pero con incapacidad emocional, o llegar al estado de amor sexual maduro, que es finalmente el estado en que el sexo se pone al servicio de la construcción de una relación en fidelidad con un vínculo enriquecido.
En general, los seres humanos somos una sumatoria de aspectos maduros, un poco inhibidos, de repente con tendencias adictivas y raramente con perversión. Pero todos éstos son modelos. Lo maravilloso de la sexualidad es que podemos poco a poco ir creciendo, teniéndolo además presente para la educación sexual de nuestros hijos, de modo que no les entreguemos una sexualidad en extremo liberal -porque los haremos caer en la sexualidad adictiva- , ni en exceso inhibida porque tampoco podrán lograr la sexualidad madura en libertad.
¿Cómo son los mecanismos de la sexualidad perversa, la adictiva, la inhibida, la normal? ¿Cómo se logra una vida sexual que se acerque lo más posible a la madurez?
Los modelos que propongo, ojalá, que de alguna manera descoloquen y confundan. Mientras más confundido se quede, mejor será porque significa que se tendrá que pensar, y cuando se piensa es cuando se produce el cambio mental; y si se produce un cambio mental, se produce el cambio de actitud, y entonces hay crecimiento y desarrollo.

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